Recuerdo
los días de asedio como un espacio oscuro y denso en mi memoria, una especie de
lapsus donde la vida parece que no sucedió. Fueron dos, o tal vez tres meses,
en los que nuestras existencias quedaron suspendidas, la congoja fue tal que no
consigo recordar nada memorable, como si los recuerdos se hubieran quedado
colgados de una intangible y espesa niebla, un limbo de opresión y sombras.
Agazapada
en mis aposentos recordaba las viejas historias sobre las hazañas de los
conquistadores de Bagdad y Constantinopla. La historia siempre la escribe el
funcionario del bando vencedor. En aquel momento, en cambio, casi había podido
sentir la angustia y el dolor de los oprimidos, el hambre, las penurias y
también la impotencia de los vencidos.
El
ánimo de mis compatriotas decaía día a día, notaba como iban siendo tentados a tomar
el camino de la rendición.
Y
yo no podía aceptar que extraños vinieran a someternos, soy demasiado orgullosa
para doblegarme, demasiado rebelde para asentir. Una vez constatado este hecho,
decidí no esperar a la caída de la ciudad, el camino a tomar estaba claro: había
que buscar una salida, huir a una nueva vida alejada del horror.
Largas
horas invertí, palmo a palmo cada rincón fue examinado por mis manos, hasta que,
ayer, encontré la antigua entrada a las catacumbas bajo la ciudad, decidí ser
la única en usarla, no me quedaba nadie ya que mereciera mi confianza.
A
medida que atravesaba el corredor bajo los cimientos de mi antiguo hogar sentía
vivamente que dejaba mi pasado atrás, es un duro ejercicio: te manchas con el
barro del suelo y te agotas con el peso de los recuerdos, te falta el aire y a
ratos crees que no tendrás suficiente coraje, lo único que te da fuerzas es
pensar que el sol brillará en un futuro cercano.
Salí
a una noche fresca, alfombrada de luna y caminé por desconocidas veredas cansada
a la par que dichosa. Casi como una autómata, entre sueños, llegué a los pies de un olmo,
en el que cobijada por los murmullos de sus ramas dormí hasta bien entrada la
mañana.
Somnolienta,
vi que el caminillo que había recorrido en la semioscuridad nocturna desembocaba
en un escarpado sendero que atendía al nombre de “Ruta el pico la luz” y, así,
guiada por tan buen augurio llegué a la cima de la montaña, respiré profundo y
miré el mundo a mis pies.
Acariciada
por la luz del mundo solo tenía una decisión que tomar: elegir el nuevo camino
que iba a guiar mis pasos.
Sito, sinónimos: asedio,
cerco, acorralamiento, encierro, confinamiento, punto, parte, espacio,
emplazamiento, puesto, territorio
Bienvenida al grupo de los jueves y muchísimas gracias por haberte unido a mi convocatoria. Es una gran alegría tenerte aquí.
ResponderEliminarEl tuyo es un relato lleno de fuerza y esperanza en el camino hacia la libertad, atravesando las catacumbas.
Beso grande y gracias, de nuevo.
Hola Myriam!
EliminarEl placer es mío, con semejante anfitriona, el viaje siempre será gratificante.
Abarazos! :9
(Borraste el comentario, te vi de casualidad y porque, estaba pendiente de las publicaciones en tu blog)
ResponderEliminarBesotes
Yaaa,casi lo podríamos llamar gajes del directo. Menos mal que estabas atenta.
EliminarPor supuesto, agregué el enlace a tu blog en listado de relatos. Beso
ResponderEliminarGracias, gracias, gracias. :)
EliminarCon que buen relato te sumaste a los jueves.
ResponderEliminarUna fuga implica un camino, un sendero.
Bien contado.
Saludos.
Un personaje realmente triunfante, cualquier camino le llevará a buen puerto...
ResponderEliminar¡Qué buen relato, Ishtar, me ha encantado!
Un abrazo
Letra a letra se hace camino. :)
EliminarUn besazo!
Buen relato para tubautimo en nuestros jueves que desde ahora son también tuyos.
ResponderEliminarUn beso de bienvenida.
Bien hallada! :)
EliminarEnhorabuena por esta entrada tan linda que nos has dejado y te doy la bienvenida con todo gusto, siempre es bueno leer otro proyecto juevero más. Abrazos
ResponderEliminarGracias por tus cálidas palabras, tienen la brisa del desierto.
EliminarUn abrazo.
El camino del exilio puede ser buscado o impuesto. En el caso de tu personaje, Esperemos que haya logrado la libertad que buscaba. Bienvenida a los encuentros jueveros. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por tu bienvenida Neogeminis.
EliminarSólo con dar un paso a una nueva vida ya hay una parcela de libertad ganada. :)
Un camino difícil hacia la libertad, muy buen relato
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre hay un recorrido para llegar a lo bueno.
EliminarMe gustó leerte.
ISHTAR: en mi entrada de hoy sábado (de cierre de convocatoria) está el enlace de la próxima anfitriona. Besos
ResponderEliminarGracias por la invitación. Casi seguro que no participaré todos los jueves, pero casi seguro también que alguno estaré. :)
EliminarPues es un post de cominillos de noche, que dejan paso a caminos de altura, por lo que todos los cambios, los nuevos caminos, nos llevan por este valle de latidos.
ResponderEliminarUn abrazo
Hoy voy muy justa de tiempo, quiero responder en otro momento, con fundamento y con visita a tu blog.
EliminarGracias por comentar.
Muy buen relato, qué bien que te hayas sumado a los relatos de los jueves.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, todos los jueves no serán, pero algunos sí.
EliminarNos leeremos.
Abrazo.
Caminos para escapar de asedios reales o fantaseados. Menos mal que existen esos caminos. Besitos
ResponderEliminarY ....
EliminarLo mismo que arriba, comentaré con el placer del que responde en un par de semanas.
Mientras tanto, gracias por la visita. :)
Hola, Isthar. Bienvenida y un placer poder compartir contigo los jueves. espero que los disfrutes.
ResponderEliminarTu texto: El éxito siempre está ahí afuera solo que no siempre tenemos posibilidades de elegir el camino correcto. O si es el correcto, elegimos el menos fácil.
Muy buen texto :-)
Bienvenida y gracias por pasar.
EliminarPoder elegir es tener libertad, un lujo.
En unos días, con mas tiempo elegiré comentar como se merece.
Abrazos
Si hay playas a la vista seguiré el rastro en la arena.
ResponderEliminarSaludos!
Yo también me hubiera largado si vienen a asediarme. No soy nada patriota. Que se maten otros.
ResponderEliminarSiempre hay que luchar o huir, ¿antagónico de Leónidas?
EliminarUn saludo!