La vida pasa rápido, dicen, no hay que dejar pasar los
trenes que paran en tu estación.
Eso dicen −no puedo evitar que las palabras de la
poeta que resuenen en mi memoria “Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre
cuando yo paso …” −se cuelen en estas líneas.
Dicen, dicen… , deja que digan, las verdades de otros no
valen para los unos ni para las unas, porque cada una tiene su verdad y yo la
mía propia.
La vida no pasa rápido porque viaja en círculos, va y vuelve
como las olas; no se pueden perder trenes ni personas, porque generalmente
ellos y ellas también van en círculos, la gran mayoría de las veces vuelven. Vuelven cuando lo que tenían era bueno, vuelven porque nunca supieron por qué
se fueron.
Creen que podrán volver a encontrar
el camino a puerto, que el puerto o la estación siempre estarán en el mismo
lugar.
El puerto está, la estación también, la cuestión es si
tendrán aire suficiente en los pulmones para poder disipar la bruma que el
tiempo dejó en el camino.