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sábado, 2 de enero de 2021

Milo y Pelirrojo

 Como cada día a esa hora caminaba con paso ligero dejando que el viento retirase de su mente los últimos pensamientos ligados a la oficina y al trabajo. El tramo de parque que la separa del garaje a su casa representa el camino de regreso al hogar, es ese rato en el que transita caminando en modo piloto automático, dejando que sus pensamientos se deslicen libres, imaginando cómo discurrirán las próximas horas.

Iba contenta, tenía una cita esa tarde y la estaba recreando mentalmente. Justo antes de girar para subir la escalera algo hizo que mirase hacia su izquierda: había dos pares de ojos observándola atentamente.

Formaban una extraña pareja, la pequeñez del uno le daba aires de grandeza al otro, el pecho encarnado del otro resaltaba la negrura del uno.

−Hola chicos! –dijo saludándolos con una amplia sonrisa.

Ser el objeto de la curiosidad de tan distinguidos siempre es agradable . Lástima que además de bellos, también eran tímidos y asustadizos; en un visto y no visto desaparecieron entre las ramas de un arbusto, aunque los muy bribones seguían observándola con descaro.

Esto tiene que ser una señal−pensó para sí− mis dos pájaros favoritos juntos y observándome, esta tarde va a ser la tarde en la que todo puede suceder.


                Hay veces en las que el encuentro más mínimo se convierte en un evento, un pequeño suceso que hace que el resto de un día anodino se convierta en algo extraordinario, puede encauzándonos hacia una corriente favorable. 

2 comentarios:

  1. Creo que esos encuentros están destinados a personas concretas, a personas con sensibilidad. Que ven. Ven con el corazón. Observan la vida ajena, se paran a escuchar.
    Y también creen. Es maravilloso ver y creer en las cosas que pasan a nuestro alrededor.
    Esos pequeños pájaros cambian el día de alguien que tiene ese algo especial para darse cuenta.
    No nos damos cuenta de todas las cosas bonitas que hay a nuestro alrededor Ishtar, vamos tan abducidos por esa vida que queremos vivir pero que no vivimos que deberíamos detenernos más con las buenas cosas, por pequeñas que sean.
    Te alegran la vida...

    Besazos

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    1. Es exactamente como lo dices Mamam, hay tantas pequeñas y bellas cosas, tantos seres preciosos a nuestro alrededor.

      Solo hay que fijarse un poco, creo que la metáfora de la muerte de las hadas se refiere a esto: los adultos no las vemos porque ya no creemos en la magia y vamos tan ciegos que muchas veces ni capaces somos de ver la belleza tangible de todo lo que nos rodea.

      Menos mal que tenemos un blog al que volver para que estos eventos no se queden perdidos en la niebla del olvido.
      Un abrazo

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